OSORNO, 19 de junio – El icónico Puente Viejo San Pedro, inaugurado en 1959 y un símbolo de conectividad entre Rahue y el centro de Osorno, se encuentra en el centro de un intenso debate ciudadano tras un malentendido comunicacional por parte de la Municipalidad de Osorno sobre su futuro. Mientras algunos abogan por su demolición, la opción de restauración ha cobrado fuerza entre los habitantes de la ciudad.
A lo largo de los años, el Puente San Pedro ha resistido diversos desastres naturales, sismos y terremotos, destacándose así por la robustez de la ingeniería de su época. Sin embargo, en recientes discusiones, un sector de la comunidad ha señalado el potencial peligro que representa para aquellos con problemas de salud mental, argumentando que la estructura ha sido utilizada como un medio para el suicidio. No obstante, el foco debería estar en la salud mental en Chile, la cual requiere urgente atención y recursos.
Desde una perspectiva emocional y cultural, el puente ha servido como un punto de referencia y conexión vital durante décadas. El concejal Miguel Arredondo ha expresado su postura afirmando, «el Puente San Pedro es parte del patrimonio de nuestra ciudad. Espero que se ponga en valor. No basta con limpiarlo y pintarlo; debemos mejorarlo y promoverlo para el turismo y fomento productivo.» Estas palabras resaltan la importancia del puente no solo como infraestructura, sino como un activo turístico que podría enriquecer la oferta patrimonial de Osorno, especialmente considerando su proximidad al Fuerte Reina Luisa, un museo repleto de historia local.
La memoria histórica de un lugar se construye a través de su gente y las infraestructuras que perduran en el tiempo, narrando la evolución de una comunidad. En este sentido, la comunidad de Osorno se enfrenta a una pregunta crucial: ¿Restaurar el Puente San Pedro y otorgarle un valor histórico, o permitir que se desvanezca en el olvido?