La actuación de la selección chilena en el Mundial Sub 20, que se disputa en nuestro país, ha dejado un sabor amargo que refleja la decadencia del fútbol nacional. Con un solo triunfo y tres derrotas en cuatro partidos, el desempeño del equipo bajo la dirección de Nicolás Córdoba ha sido decepcionante, evidenciando una falta de visión y estrategia que afecta profundamente nuestro deporte.
Si bien los jugadores pueden lucir carismáticos y elocuentes en entrevistas y eventos extradeportivos, dentro de la cancha se manifiesta una realidad cruda: el fútbol chileno es pobre y carente de ideas. La soberbia del director técnico ha sido evidente, y las decisiones tomadas han dejado a la selección sin un rumbo claro, incapaz de competir efectivamente en el torneo.
Además, la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) ha demostrado una falta de compromiso con el desarrollo del fútbol en Chile. Los clubes, más preocupados por sus beneficios económicos que por fomentar un verdadero proyecto futbolístico, han contribuido a esta crisis. La ausencia de un plan a largo plazo ha llevado a un estancamiento en la calidad del juego, reflejado en la mala participación de los equipos chilenos en torneos internacionales.
El desastroso resultado contra México, donde fueron goleados 4-1, es solo un ejemplo más de esta crisis. La selección chilena no solo perdió el partido, sino que también regaló la oportunidad de mostrar un fútbol digno en su propio terreno.
Es momento de reflexionar y tomar decisiones que devuelvan al fútbol chileno el prestigio que ha perdido. La soberbia y la falta de compromiso no pueden seguir siendo el sello de nuestra selección. El futuro del fútbol en Chile depende de un cambio radical en la mentalidad de quienes lo dirigen y en la forma en que se desarrolla el talento joven en nuestro país.
